martes, 23 de abril de 2013

- Los Esclavos Norcoreanos en Rusia.


Los Esclavos Norcoreanos en Rusia.

















¿En qué país una multinacional puede encontrar trabajadores dispuestos a cobrar 89 euros al mes, sin sindicatos ni protección laboral?...Exácto, en Corea del Norte. 

A pesar de toda su histeria nuclear, la dinastía comunista de los Kim está tratando de aplicar la misma fórmula que su modelo, la República Popular China, utilizó para salir del subdesarrollo: crear zonas económicas especiales para la inversión extranjera. 



Una de ellas es visible desde los miradores del lado Sur de la Zona Desmilitarizada que separa a la República de Corea (Corea del Sur) de la República Democrática Popular de Corea (Corea del Norte). Allí trabajan unos 50.000 norcoreanos, por unos sueldos envidiables para el resto del país: 114 dólares (89 euros) mensuales. 



En 2012, Corea del Norte alquiló a 40.000 ciudadanos a China. A cambio de entre 200 y 300 dólares mensuales, los norcoreanos se van a China a trabajar. El dinero va a Pyongyang, sin embargo. Igual que con los cientos de leñadores que la dinastía de los Kim subarrienda a Rusia cada año. 




















- LOS ESCLAVOS NORCOREANOS EN RUSIA -











Justo después de llegar a Siberia, nuestro editor del Reino Unido, Andy Capper, me mandó un mensaje de texto: “Vas a adorar Siberia. Todo está muy cerca y la gente es muy amable”. 

Estaba, por supuesto, siendo irónico (o británico, que es lo mismo) porque todo queda a 18 horas en tren y la gente es realmente malvada. Algunos podrán parecer amables al principio, pero después de que comienza a fluir el vodka... fluye la malevolencia. 

Siempre. Hay excepciones en la regla del ruso malhumorado, pero son muy pocas y muy separadas. Una de esas excepciones fue el hombre llamado Igor "the fish", que, por supuesto, no es su verdadero nombre. Su sobrenombre era the fish, pero agregué el Igor. 



Igor era un tipo de la mafia de un remoto pueblo siberiano que no tenía policía y muy pocas leyes, aparte de él y sus muchachos. Esto, literalmente, nos salvaría la vida posteriormente porque nuestra meta era algo muy peligroso en medio de la nada: esclavos norcoreanos que no querían que nadie supiera que están ahí. Igor, claramente dispuesto a realizar algunas jugarretas, aceptó llevarnos al bosque a encontrarlos. 



En el primer campamento que encontramos, los guardias norcoreanos nos amenazaron y trataron de corrernos. Igor the Fish se rio, una gran carcajada con dientes de oro, y después sonrió. “Esto es Rusia”, les gruñó con ojos brillantes. Señaló a todos sus alrededores, y declaró: “Esto es mío”. Después le dijo a nuestro equipo de cámara: “Sigan grabando. No pueden hacernos nada”. Así que lo hicimos. 



Después, cuando nos adentramos mucho en el bosque, nos encontramos con un grupo de cuidadores de trabajadores norcoreanos. Un grupo de ellos se acercó y pronto rodeó nuestro camión. Uno de ellos traía una barra de hierro y parecía que nos iba a deshacer los sesos imperialistas. Igor se la arrebató, le echó un vistazo y le dijo calmadamente: “¿Con esto nos quieren apagar? Van a necesitar mucho más”. Sonrió y la lanzó hacia el bosque. 



Más tarde, comimos junto a una gran pila de madera: jamon, pan duro, papas sabor paprika, vodka, cerveza y, de postre, vodka con jugo. Igor sacó unas escopetas, y liberamos nuestra tensión disparándoles a botellas de cerveza. Era como tener 15 otra vez; chicos portándose mal en el bosque. 



Cuando seguimos nuestro camino, justo a la vuelta, nos encontramos de nuevo a un grupo de norcoreanos esperándonos, pero esta vez mucho menos agresivos. “¿Sabías que estaban ahí?”, le pregunté a Igor. “Claro. ¿Dónde más podrían estar?”. Típico Igor. 





Se mostraban desconfiados de nosotros, tiene lóogica.




Se me ocurrió ofrecerles una cerveza para romper el hielo.




Ninguno se animaba a aceptarla, talvez por miedo a ser castigado.




Hasta que se la ofrecí al mas timido de ellos, que tenia la cabeza cubierta con unas ramas.




La agarró, se descubrio la cabeza, observo la cerveza y...




Preguntó...esta bién si me la quedo?




Nuestro traductor le dijo: tomátela, tomátela...y...




Una sonrisa se dibujó es su rostro...el hielo se habia roto.




Ya pudimos darles la mano y en seguida hacerles algunas preguntas.




Nos contaron que deben completar diez años de trabajo en ese lugar en el medio de la nada en Siberia, y que cada tres años los mandaban de regreso, como tipo vacaciones, y luego tenian que regresar con una paga ridícula, pero que no tenian opcicón...





Tienen que dormir en unos bagones viejos...




En un ambiente insalubre...




Pero derrepente apareció quien al parecer era uno de sus jefes...




tratando de bloquearnos....y se los llevó.




Antes del encuentro con estas personas, intentamos entrar a otros campamentos distribuidos por Siberia, pero no nos permitieron entrar.








 



Para los estudiosos de la sociedad norcoreana, los miles de jóvenes y adultos que talan árboles del inmenso bosque siberiano son considerados como los esclavos desconocidos del presente siglo. 



Sólo descansan dos días al año: durante los días de nacimiento de sus extintos líderes. El factor climatológico asfixiante, la fatiga constante y el escasísimo ingreso económico no son motivos de protesta y sus quehaceres bien hechos son felicitados por sus indirectos jefes rusos. "Nunca he visto en mi vida unos trabajadores tan infatigables como ellos" dice. Aunque son congratulados por sus superiores oblicuos son tratados como ignorantes por jefes nombrados por el régimen y golpea con la hacha contra el tronco del árbol tragándose sus propias lágrimas. 



Aunque seis mil rublos (unos doscientos dólares) pueda ser una cantidad abundante para los norcoreanos animados, los gastos en el alquiler de la habitación del campamento y en alimentos hace que las sobras económicas sean minúsculas y que no pueda comprar vestimentas especializadas para aguantar frías temporadas en Tynda (temperaturas hasta cuarenta bajo cero). Mientras en el bolsillo del régimen entra cada año unos siete millones de dólares por el acuerdo establecido, los laboriosos, desde hace algunos meses no perciben su correspondiente salario por doce horas de trabajo diario. 



"Puedo aguantar doce horas seguidas talando árboles incluso con hambre, pero lo que no puedo aguantar es el frío. Hace muchísimo más frío que en Corea del Norte. Nunca he sentido una cosa así" dicen los taladores. Los accidentes son frecuentes. Cuando le cae repentinamente un enorme tronco por encima de su cuerpo, su corta vida había llegado a su fin. El cadáver no puede estar al lado de sus familiares porque dicen que hay que ahorrar y llevar el cuerpo hasta Corea del Norte supone un enorme gasto. Mientras tanto, el régimen celebra el ingreso millonario con botellas de coñac francés... Algunos huyeron de aquel campamento. Unos lograron y otros no. Los malogrados fueron apaleados hasta quedarse inválidos por los jefes ebrios de vodka. 



En la otra gran cárcel norcoreana situada en el óblast de Amur, no está garantizada la entrada. Solamente algunos vendedores ambulantes de nacionalidad rusa habrán podido entrar ahí desconociendo que solamente a sus pocos metros hacia la derecha duermen trabajadores exhaustos pero que en la palma de sus manos estriadas están la foto de su mujer, de su madre, de sus hijos y la carta que le escribieron antes de venir a Rusia. 



Después de una tarde de jugar al gato y al ratón con los esclavos norcoreanos, Igor nos llevó a un río siberiano con el agua a punto de congelación para nadar y purificarse, después un poco más de vodka para calentarse, y después a su casa con su familia por la única comida buena que comimos en Rusia. 



Después de comer, la familia Fish nos llevó a un bar, léase: habitación con luces, para una noche de alcohol y abrazos ebrios con hombres duros cuyos sobrenombres incluían Stalin, Mataosos y mi favorito de todos: Killer a secas. Lágrimas, más vodka, regalos baratos y, finalmente, un viaje de dos días en tren de regreso a la civilización. 




Pero los norcoreanos nos estaban esperando en el tren... y así comenzaron las peores 48 horas de mi vida, que terminaron con el FSB, la versión moderna de la KGB, los militares locales, la policía encubierta y una serie de golpeadores sacándonos del tren y arrestándonos. 



Al encontrarme extrañando a Igor y su habilidad para arreglar las cosas sin esfuerzo, le mandé un mensaje de texto de que la FSB nos había detenido. Respondió: “Claro que lo hicieron. Sólo váyanse”. Así que nos fuimos, a toda marcha, a través de Siberia hasta la frontera con China. 


Igor nos dijo sobre una ruta de contrabandistas, y finalmente...hacia la libertad.































- VIDEO 1-



link: http://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&v=awQDLoOnkdI
 







- VIDEO 2 -



link: http://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&list=SPBA9D6F13DEBC3D9E&v=AtlxTF_SX28 









- VIDEO 3 -



link: http://www.youtube.com/watch?list=SPBA9D6F13DEBC3D9E&v=JVas26AFeAs&feature=player_detailpage 








- VIDEO 4 -



link: http://www.youtube.com/watch?list=SPBA9D6F13DEBC3D9E&v=EYnH-3vidzE&feature=player_detailpage 









- VIDEO 5 -



link: http://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&v=4_G1uVrzLU4&list=SPBA9D6F13DEBC3D9E 









- VIDEO 6 -



link: http://www.youtube.com/watch?list=SPBA9D6F13DEBC3D9E&feature=player_detailpage&v=89rCmjb9wHk 







- VIDEO 7 -



link: http://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&list=SPBA9D6F13DEBC3D9E&v=R7J8FSBitWs 








Una mencion especial y agradecimiento al oficial de policia que nos ayudo con los borrachos agresivos dentro del tren al inicio del viaje en el transiberiano. 




Y por supuesto el obligado agradecimiento a Igor "the fish", que sin su apoyo no hubieramos logrado llegar hasta donde llegamos. 
















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