lunes, 22 de abril de 2013

- Ze Claudio, el hombre que murio defendiendo el Amazonas.




La selva amazónica es considerada la mayor selva tropical del mundo. Ocupa una superficie aproximada de seis millones de Km2 . y alberga un sinnúmero de especies vegetales y animales La preocupación actual se centra en las constantes presiones a las que se encuentra sometida, entre ellas, el continuo avance de la frontera agrícola.




El Amazonas tiene un gran valor ecológico para todo el planeta, siendo definida como el pulmón de la tierra. Su biomasa es capaz de absorber inmensas cantidades de dióxido de carbono, esto es vital para el clima mundial. La deforestación es uno de los grandes peligros que acecha al Amazonas. La conservación de la selva amazónica se ha convertido en un tema de extrema urgencia en todas las reuniones mundiales sobre la conservación de la Tierra.



Tiene el río más caudaloso y largo del mundo, con más de 6.800 km. Su cuenca hidrográfica también es la mayor del planeta. Nace en las faldas del monte Nevado del Mismi, en Arequipa (Perú) a unos 5,170 metros de altitud.



Recorre Perú, Colombia y Brasil. Sin embargo su cuenca abarca nueve países: Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guyana, Guayana francesa y Surinam. Su cuenca de drenaje es de 7.050.000 km2, que supone casi el 40% de América del Sur.



El sistema fluvial del Amazonas tiene más de mil afluentes importantes, veinticinco de los cuales superan los mil kilómetros de longitud. La red fluvial supone más de 100.000 km de ríos que conforman la cuenca amazónica de la que depende la existencia de la selva. El 50% de las precipitaciones en esta región se producen a causa de este sistema forestal.



La mayoría de los pobladores de la región amazónica se concentran en la riberas del Amazonas: Iquitos, Leticia, Manaus y Belem do Pará, que al mismo tiempo son puertos y tienen una gran actividad económica. La mayoría de sus pobladores son colonos y sus descendientes de origen blanco, mestizos e indígenas.



Las principales actividades económicas que se dan en la cuenca son; la exportación de caucho y madera en cantidades ingentes, que están provocando una gran deforestación y que si no se termina con ella, tendrá consecuencias medioambientales irreversibles en todo el planeta.

Se construyó la carretera transamazónica que discurre un poco al sur del río, casi de forma paralela. Tiene un recorrido de más de 5.000 km, y que ha provocado grandes destrozos.



Es extraordinaria la biodiversidad de la selva amazónica en cuanto a la fauna. Una quinta parte de las aves del mundo se encuentran en ella, existen más de dos millones de especies de insectos y unas dos mil especies de aves y mamíferos. 



Se encuentran desde los insectos más pequeños hasta los grandes mamíferos como el jaguar, el puma. Hay así mismo todo tipo de reptiles, tortugas, caimanes. 



El mayor mamífero del río Amazonas es el manatí, con apariencia de hipopótamo flotante, que llega a pesar unos 500 kg. 



Destaca también el delfín rosado amazónico. Posee el mayor pez de agua dulce del mundo el pirarucú, que alcanza los cuatro metros de longitud y los 200 kg.



En la selva amazónica existen más de 4.000 especies de mariposas, más de 3.000 clases de peces de agua dulce. Bajo su gran frondosidad conviven diferentes hábitats y la mayor diversidad genérica del mundo animal. La riqueza biológica se explica porque durante millones de años el ecosistema amazónico ha permanecido inalterado.



Como vemos, el Amazonas es imprescindible para la vida del ser humano en nuestro planeta y debemos luchar para que se acabe de una vez para siempre con la deforestación, las presas y las practicas mineras, volviendo a regenerar y dar esplendor a la cuenca amazónica para que vuelva a hacer la función esencial del mantenimiento del planeta. 



El hombre que vivió y murió defendiendo lo que más amaba...la Amazonía





Ribeiro da Silva, quien también era conocido por el apodo de Zé Cláudio, hizo campaña contra la tala ilegal, la deforestación y los ganaderos. 


En un principio trabajó como líder de la comunidad en una reserva forestal que produce productos de la selva tropical sostenible, como los aceites y frutos secos. 


Se convirtió en un activista contra la tala ilegal como registrador comenzó a inmiscuirse más en las zonas vírgenes de Pará, su hogar, gran parte cubierta de bosques en el norte de Brasil. 


Él y su esposa, Maria do Espírito Santo, había recibido amenazas de muerte por su activismo a favor de la preservación de la selva tropical de Brasil. 



Zé Cláudio confrontando a un camionero que transporta madera ilegal. Foto por María do Espírito Santo da Silva.





La escena es algo sacado de una película. Zé Cláudio y su esposa, María, de regreso del funeral del padre de Zé Cláudio, entran a un pequeño bar al lado de un camino de tierra. 

El bar está a orillas de una pequeña aldea en el Amazonas, llena de casas cubiertas de polvo. Adentro, se encuentra Jose Rodrigues, un granjero que ha amenazado constantemente a Zé Cláudio durante el último mes. 




Zé Rodrigues ha pasado todo el día bebiendo y platicándole a todo el mundo que se esta preparando para matar a Zé Cláudio.



Zé Rodrigues no soportaba ni el nombre de su enemigo. Cuando alguien mencionaba al recolector de nueces de 54 años o a su esposa, los silenciaba: “No arruines mi día diciendo ese nombre”. Los ojos de Zé Cláudio y Zé Rodrigues se encontraron cuando entraron al bar.



Zé Cláudio pide dos vasos de jugo de caña de azúcar. Se recarga contra la barra, nunca le da la espalda a su adversario. Cuenta un par de chistes; todos ríen. 

Zé Rodrigues trata de interactuar pero Zé Cláudio no le responde. La atmósfera se tensa. Zé Rodrigues se ve desorientado. Su corazón late visiblemente a través de su camisa. Trata de no hacer contacto visual con la persona que ya decidió matar. 

Trece días después, Zé Cláudio y María estan muertos, emboscados por el hermano de Zé Rodrigues y un cómplice, en el camino afuera su casa.




La grotesca muerte de la pareja, asesinados a quemarropa con un rifle de cacería, y la oreja de Zé Cláudio cortada para demostrar el asesinato, nos lleva a otros momentos violentos en la historia del Amazonas, como el asesinato del padre Josimo Tavares en 1986, Chico Mendes en 1988 y la hermana Dorothy Stang en el 2005. 

La mañana de su muerte, Zé Cláudio y María habían conducido a Marabá, unos cien kilómetros al sur de su asentamiento. Marabá es la ciudad más grande y más importante del interior de Pará. 

También es uno de los lugares más violentos del mundo. La tasa de homicidios es de 125 por cada 100,000 habitantes, segundo en el estado después de Itupiranga, con 160.6. En comparación, esa tasa en la ciudad de Nueva York es de 5.

Cuando conocí a Zé Claudio en octubre del 2010 y lo entrevisté para la edición brasileña de VICE, ya recibía amenazas de muerte. Fueron amenazas públicas y quedaron registradas por la Comisión de Tierras Pastorales, un grupo ecuménico que defiende los derechos de los trabajadores. 

José Batista Afonso, un abogado de la CTP, era la mano derecha de Zé Cláudio y María a la hora de preparar los cargos contra los taladores que se establecieron en tierras públicas protegidas, y el hombre que tuvo el dudoso honor de alertarle a la pareja cuando alguien los amenazaba de muerte. 

“Su situación es muy seria” me dijo cuando me presentó a Zé Cláudio. 



En los días después del asesinato, el gobierno de Pará dijo que no sabían nada acerca de las amenazas. “¿Cómo podíamos saberlo?” dijo retóricamente José Humberto Melo, delegado responsable de la investigación.

De acuerdo con el reporte de la policía local, la razón por la que José Cláudio Ribeiro da Silva y María do Espírito Santo da Silva, ambos de 54 años, fueron asesinados fue porque habían presentado cargos contra José Rodrigues, acusándole de compra ilegal de tierras en el área federal protegida conocida como Playa Alta Piranheira. 

Fuera de Brasil, la pelea por el Amazonas se ve como una cuestión puramente ecológica, pero aquí también hay cuestiones sociales. Este es un país donde el uno por ciento de la población es dueño de más de la mitad de la propiedad, una proporción enfermiza formada por grandes latifundios de tierra cultivable sin utilizar.

Zé Cláudio y María no solo tenían que preocuparse de los granjeros haciendo presión sobre los residentes para que se mudaran y pudieran deforestar el área para su ganado, también había taladores ilegales y productores de carbón que regularmente robaban árboles de su asentamiento. 



Zé Cláudio había trabajado con nueces desde los siete años, recolectándolas del suelo y utilizándolas para hacer pastas y aceites. María era hija de unos granjeros humildes que también recolectaban nueces y producían comida en campos muy pequeños. “Mi padre nunca tuvo ganado. Solo vivíamos de lo que nos daba el bosque”, me dijo.


Un árbol castanheiro que Zé Cláudio nombró “Majestade”, asomándose por arriba de los otros árboles en Alta Piranheira.


La pareja se involucró en el ambientalismo con la creación de su asentamiento en 1997. Encabezaron a las casi 200 familias pobres que vivían en el área en una pelea para proteger la selva. Se convirtieron en activistas a través de la práctica, al defender su propiedad de la misma manera que tu papá defendería su jardín de conductores que pisan el césped. 

“Los problemas que tenemos comenzaron con la creación del proyecto de asentamiento. No formaba parte de ningún movimiento social. Yo vivía en mi propia esquina”, explicó Zé Cláudio. “Zé Ribamar, un vecino, me invitó a participar en las juntas, y me di cuenta de que yo era un ambientalista sin saberlo. No practico la deforestación; sólo vivo de lo que me da la selva”.




El tronco de un castanheiro cortado y quemado para acondicionar el terreno.




La mañana del 23 de Mayo, se les vio cerca de Villa Sapucaia, donde Zé Cláudio había tomado jugo de caña de azúcar cuando se encontró por última vez con Zé Rodrigues. Pasaron por la propiedad de la pareja y se detuvieron en el bar por una cerveza. Después esperaron a que llegara la noche y manejaron hasta el puente cerca de la casa de Zé Cláudio. 



El puente, que cruzaba un pequeño riachuelo en medio de unos árboles, estaba en un estado deplorable. Para pasar en su motocicleta, Zé Cláudio tenía que detenerse y caminar al lado de ella. El lugar perfecto para una emboscada.

Al rededor de las 7:30 de la siguiente mañana, Zé Cláudio y María cruzaron el puente. Los hombres armados salieron de los árboles y primero dispararon con un rifle de caza calibre .38. La bala atravesó el corazón de María y la mano y el torso de Zé Cláudio, derribando a los dos de la motocicleta. 

Les dispararon una vez más a cada uno; después, de acuerdo al reporte policial, Lindonjonson tomó el casco de Zé Cláudio y le cortó la oreja con un cuchillo de mesa. Los asesinos lanzaron los cuerpos entre los árboles. El cuerpo de Zé Cláudio quedó junto a un caju de janeiro; el de María junto a una andiroba.



El mismo día de la muerte de Zé Cláudio y María, casi al mismo tiempo, el Congreso Nacional en Brasilia, se preparaba a votar una nueva legislación ambientalista que permitía que nuevas áreas fueran deforestadas para la agricultura. 

Al enterarse de los asesinatos minutos antes del voto, el senador suplente Sarney Filho del Partido Verde, tomó el podio de la Cámara de Diputados y leyó parte de mi entrevista con Zé Cláudio para VICE. “Me paro frente a este tribunal para hablar sobre una tragedia que sucedió el día de hoy”, dijo, anunciando sus muertes.



Mientras leía las palabras de Zé Cláudio de hacía medio año, donde defendía los derechos de los habitantes del asentamiento y predecía su propio asesinato, el senador fue hostigado por los granjeros en el auditorio de la cámara, que habían ido a ver como aprobaban la nueva legislación agraria. 

Cuando los “buuu” llegaron a Sarney, su cara se llenó de ira y gritó: “Estas pobres personas que amaban la naturaleza fueron asesinadas brutalmente esta mañana. ¿No podemos respetar por lo menos la memoria de estas personas que fueron asesinadas?”.



Al final, la legislación fue aprobada; pero el despliegue de emoción del senador atrajo atención al asesinato de la pareja, y pronto se convirtió en una historia de relevancia nacional. El presidente Dilma Rousseff ordenó que la policía investigara el caso, y se lanzó una serie de redadas para clausurar todos los aserraderos ilegales en Nova Ipixuna, los cuales son todos.



Fue un buen comienzo, pero después de seis meses, es todo lo que ha sucedido. A pesar de su captura por parte de la policía federal, el juez estatal de Pará se rehusó a encarcelar a los hombres acusados de homicidio. Al mismo tiempo, un juez federal decidió que no era trabajo del gobierno federal investigar el caso y también le ordenó que reabriera los aserraderos. 

Atemorizados, la familia de Zé Cláudio y María temen ser las próximas víctimas. Recientemente, alguien le disparó y mató al perro guardián de casa de Laissa, justo del otro lado de la calle de la casa de Zé Cláudio y María. La misma advertencia que le hicieron a la pareja tres días antes de ser asesinados.






24 años de deforestacion en la Amazonía, en 30 segundos








link: http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=1eLIJ5KyTcU










Crimen en el Amazonas (documental sobre la muerte de Zé Cláudio)





link: http://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&v=h7Jg-Iy0Gkw






Crimen en el Amazonas (parte 2)




link: http://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&v=a1_kJEwh9nI











Conferencia dada por Zé Cláudio





para subtitulos en español, presione cc y escoja "español"


link: http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=78ViguhyTwQ









El hombre y la modernización avanzan, pero el precio a pagar es muy alto.









Zé Cláudio tambien se vá, se vá con el bosque que siempre protegió, se vá con el bosque que siempre amó...









Pero deja la esperanza de que la destrucción se detenga, y que la vida renasca...









Deja el legado de su ejemplo, el ejemplo de no quedarse callado...









Zé Cláudio en realidad no se vá, se queda en la conciencia de todos nosotros...









Zé Cláudio, se queda en cada hoja, en cada particula de tierra, en cada gota de rocío...











Las manos que defendieron por 54 años, al pulmon de nuestro planeta.





Descanse en paz, José Cláudio Ribeiro da Silva (Zé Cláudio)

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